sábado, 30 de junio de 2012

Lecturas del Día Sabado, junio 30, 2012

Primera Lectura:
Lectura del libro de las Lamentaciones (2, 2. 10-14. 18-19 )
El Señor ha destruido sin piedad todas las moradas de Jacob; en su furor ha destruido las fortalezas de Judá; ha echado por tierra y deshonrado al rey y a sus príncipes.
En el suelo están sentados, en silencio, los ancianos de Sion; se han echado ceniza en la cabeza y se han vestido de sayal. Humillan su cabeza hasta la tierra las doncellas de Jerusalén.
Mis ojos se consumen de tanto llorar y el dolor me quema las entrañas; la bilis me amarga la boca por el desastre de mi pueblo, al ver que los niños y lactantes desfallecen en las plazas de la ciudad.
Los niños les preguntan a sus madres: "¿Dónde hay pan?". Y caen sin fuerzas, como heridos, en las plazas de la ciudad, y expiran en brazos de sus madres. ¿Con quién podré compararte, Jerusalén? ¿Con quién te podre asemejar? ¿O qué palabras te podré decir para consolarte, virgen, hija de Sión? Inmensa como el mar es tu desgracia. ¿Quién podrá curarte?
Tus profetas te engañaron con sus visiones falsas e insensatas. No te hicieron ver tus pecados para evitarte así el cautiverio, y solo te anunciaron falsedades e ilusiones.
Clama, pues, al Señor con toda el alma; gime, Jerusalén; deja correr a torrentes tus lágrimas de día y de noche; no te concedas descanso; que no dejen de llorar las niñas de tus ojos. Levántate y clama al Señor durante toda la noche; derrama como agua tu corazón en la presencia de Dios; alza tus manos hacia Él y ruega por la vida de tus pequeñuelos.

Salmo Responsorial:
Salmo 73
No te olvides, Señor, de nosotros.
¿Por qué, Dios nuestro, nos has abandonado y está ardiendo tu cólera contra las ovejas de tu rebaño? Acuérdate de la comunidad que adquiriste desde antiguo, de la tribu que rescataste para posesión tuya, del monte Sión, donde pusiste tu morada.
Ven a ver estas ruinas interminables: el enemigo ha arrasado todo el santuario; rugieron los agresores en medio de tu asamblea, levantaron sus estandartes.
Parecía que se abrían paso a hachazos en medio de la maleza. Con martillos y mazos destrozaron todas las puertas; prendieron fuego a tu santuario, derribaron y profanaron tu morada.
Acuérdate de tu alianza, Señor, pues todo el país está lleno de violencia. Que el humilde no saiga defraudado, y los pobres y afligidos alaben tu nombre.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (8, 5-17)
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un oficial romano y le dijo: "Señor, tengo en mi casa un criado que está en cama, paralitico, y sufre mucho". Él le contesto: "Voy a curarlo".
Pero el oficial le replicó: "Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa; con que digas una sola palabra, mi criado quedara sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; cuando le digo a uno: '¡Ve!', él va; al otro: '¡Ven!', y viene; a mi criado: '¡Haz esto!', y lo hace".
Al oír aquellas palabras, se admiró Jesús y dijo a los que lo seguían: "Yo les aseguro que en ningún israelita he hallado una fe tan grande. Les aseguro que muchos vendrán de oriente y de occidente y se sentaran con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos. En cambio, a los herederos del Reino los echaran fuera, a las tinieblas. Ahí será el llanto y la desesperación”.
Jesus le dijo al oficial romano: "Vuelve a tu casa y que se te cumpla lo que has creído". Y en aquel momento se curó el criado.
A1 llegar Jesús a la casa de Pedro, vio a la suegra de este en cama, con fiebre. Entonces la tomó de la mano y desapareció la fiebre. Ella se levantó y se puso a servirles. Al atardecer le trajeron muchos endemoniados. El expulso a los demonios con su palabra y curo a todos los enfermos. Así se cumplió lo dicho por el profeta Isaías: Él hizo suyas nuestras debilidades y cargo con nuestros dolores.

1 comentario:

  1. El capítulo segundo de Lamentaciones es un esfuerzo postrero que pretende ayudar a reorganizar el futuro a la generación sobreviviente a la destrucción de Jerusalén. Conviene escarmentar en cabeza ajena. Si los antepasados se dejaron engatusar por las visiones de los falsos profetas, sus descendientes podrán dolerse, lamentarse y aprender que el futuro de Israel dependerá de la docilidad y la escucha de la palabra del Señor. De esa sensatez nos habla el relato de san Mateo. El capitán romano sabe acatar la disciplina militar, esa experiencia le facilita confiar en la palabra eficaz del Señor Jesús. Su fe confiada recibirá la respuesta generosa de parte del Señor y su recuerdo, quedara grabado ejemplarmente en esta narración Evangelio.

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