martes, 19 de junio de 2012

Lecturas del Día Martes, junio 19, 2012

Primera Lectura:
Lectura del primer libro de los Reyes (21, 17-29)
Después de la muerte de Nabot, el Señor le dirigió la palabra al profeta Elías y le dijo: "Levántate y ve al encuentro de Ajab, rey de Israel, que vive en Samaria. Se encuentra en la viña de Nabot, a donde ha ido para apropiársela. Dile lo siguiente: 'Esto dice el Señor: ¿Así que, además de asesinar, estas robando?'. Dile también: 'Por eso, dice el Señor, en el mismo lugar en que los perros Han lamido la sangre de Nabot, los perros lamerán también tu propia sangre'".
Ajab le dijo a Elías: "¿Has vuelto a encontrarme, enemigo mío?". Le respondió Elías: "Si, te he vuelto a encontrar. 'Porque te has prestado para hacer el mal ante mis ojos, dice el Señor, yo mismo voy a castigarte: voy a barrer a tu posteridad y a exterminar en Israel a todo varón de tu casa, libre o esclavo. Hare con tu casa lo que hice con la de Jeroboam, hijo de Nebat, y con la de Basa, hijo de Ajías, porque has provocado mi cólera y has hecho pecar a Israel. A los hijos de Ajab que mueran en la ciudad, los devoraran los perros; y a los que mueran en el campo, se los comerán los buitres'. También contra Jezabel ha hablado el Señor y ha dicho: 'Los perros devoraran a Jezabel en el campo de Yezrael' ".
(Y es que en realidad no hubo otro que se prestara tanto como Ajab para hacer el mal ante los ojos del Señor, instigado por su esposa Jezabel. Su proceder fue abominable, porque adoro a los ídolos que habían hecho los amorreos, a quienes el Señor expulso del país para dárselo a los hijos de Israel).
Cuando Ajab oyó estas palabras, desgarro sus vestiduras, se puso un vestido de sayal y ayuno; se acostaba con el sayal puesto y andaba cabizbajo. Entonces el Señor le hablo al profeta Elías y le dijo: "(.Has visto como se ha humillado Ajab en mi presencia? Por eso, no lo castigare a él durante su vida, pero en vida de su hijo castigare a su casa".

Salmo Responsorial:
Salmo 51
Misericordia, Señor, hemos pecado.
Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos y purifícame de mis pecados.
Puesto que reconozco mis culpas, tengo siempre presentes mis pecados. Contra ti solo pequé, Señor, haciendo lo que a tus ojos era malo.
Aleja de tu vista mis maldades y olvídate de todos mis pecados. Líbrame de la sangre, Dios, Salvador mío, y aclamará mi lengua tu justicia.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (5, 43-48)
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Han oído ustedes que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos.
Porque, si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si saludan tan solo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Ustedes, pues, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto".

1 comentario:

  1. El profeta Elías denuncia los abusos del rey Ajab y pronuncia la justa condena en nombre de Dios. El monarca reacción a sensatamente, pidiendo perdón y acorta el alcance del castigo. El relato es una ilustración anticipada de la proclama del Dios compasivo que nos revela el Evangelio de San Mateo. El Padre celestial siempre es bueno con todos. No se atiene al recuento de méritos humanos para dispensar sus bendiciones. Dios no conoce la estrechez de corazón ni la mezquindad. Su proceder generoso es un desafío para nosotros. En la convivencia cotidiana no podemos conducirnos por intereses egoístas. El rasgo decisivo de quienes queremos vivir como hijos de Dios tendrá que ser la solidaridad generosa y abierta. El cristiano que auxilia a los débiles no lo hace para promocionar su imagen ni para ganarse la aprobación popular. El cristiano que sirve a sus hermanos vive como hijo fiel del Padre bondadoso.

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